Cuando supe que para lograr la titulación en el Grado de Conservación y Restauración de Bienes Culturales en la Universidad Politécnica de Valencia debía realizar un trabajo final que contemplase un estudio técnico y una propuesta de intervención sobre una obra, confieso que mi primera opción fue pedir permiso al Museo Escolar de Pusol para realizar el trabajo sobre alguna de sus muchas obras.

El Museo Escolar de Pusol es uno de mis preferidos desde que era niña, solía frecuentarlo en compañía de mi padre, mis abuelos o mi escuela. Siempre me ha gustado la magia que albergan sus objetos y tradiciones, procedentes de un pasado no tan lejano; los recuerdos y emociones que dichos objetos despertaban en mis familiares, quienes me descubrían los secretos de todo lo que para mi generación es desconocido.

Este museo no olvida, lucha por mantener vivas las tradiciones y el modo de vida de los/as ilicitanos/as de siglos anteriores. Esta es sin duda la labor más bella para toda persona amante de la cultura, la historia y las raíces de esta maravillosa ciudad.

De modo que no tuve duda, supe desde el principio que quería trabajar con ellos y bucear en todos los conocimientos que el museo ofrece, las colecciones que posee y los misterios que entraña cada pieza de su acervo.

Tras lo que hemos compartido este tiempo, puedo decir con todo el orgullo, que trabajar con el personal del museo ha sido una delicia, son muy cercanos/as y hacen que todo sea sencillo. He aprendido de ellos y de ellas y cada vez que los visito me doy cuenta de que hay mucho más que pueden ofrecer a todo aquel que quiera escuchar. Gracias por confiar en mi y permitirme formar parte de algo tan grande.

Autora: Miriam Sansano Palazón, titulada en Conservación y Restauración de Bienes Culturales.